20 julio 2009

Firma invitada: Pupila Vertical





Pues sí, como digo, hoy tenemos invitada. Se trata de Pupila Vertical y nos ofrece dos excelentes textos.

A disfrutar.



Tras succionar el deambulante acero, los alaridos del andén desorientado te enroscan las piernas inmóviles. Escuchas el avance regresivo del discurso en los basureros públicos; bauticemos pupilas en la calle, miserable calle de pendientes, calles atiborradas, calles largas, calles de carne, calles de células, calles de cemento, de cerebro, de cielo raso, de cinco agujas, cinco torres altas.


Salimos a conocer el mundo ya cristalizado por el delito de nacer. Doy media vuelta a los edificios más altos de espaldas al cielo, cargando con tu esperma. Estoy cansada, estoy sentada. Grito de nuevo intentando hurgar en los intestinos de los juguetes de latón.


En la cama resbalas sobre mis entrañas, mis horizontes, mis manos pequeñas, mis mejillas, mis músculos, mis ojos, mis piernas, mis pies. Errante fetiche de marfil, que entras por mis párpados raquíticos y en el veneno de tu masturbación te veo desaparecer. Tras la umbría vagina te observo con ojillos táctiles, y te enseño los dientes. Las ninfas han vomitado doce lunas y te busco una solución a medida: abro la boca.



EN la habitación nº 26



Aforismos EN tu piel escondida


Ácido decantado


Ansiosa dilación


Retiñen las voces


Reálzate EN tu ................................................................................... vacío




..................................................................y EN la habitación,

espejos dilatantes,

ventana pintada y verde humor azulado

.......................ángulos reflectantes,

sudor enfriado y vapores de temor edulcorado



...................................................................y crees desconocer

lo tantas veces vertido,

diseminado EN tus 26 alas


....................................................................y EN la habitación

juego a muerte entre paredes.

Frontales empujan;

laterales, no ceden.

Preceptuada armonía que te consigna.

08 julio 2009

Quiero morir 私は死ぬことをしたい



Del ocaso de la luna nueva al sol naciente resbalan cristales rotos perlados de gotas salinas. Nako observa en soledad la muerte de la noche encogida en su regazo, dejando atrás las sábanas impolutas de otra vigilia de insomnio.
“¿Qué será de mi país?” Volvía a preguntarse mientras esperaba todavía que la puerta se abriera detrás de ella.
Europa es un viejo continente y bien es sabido que más sabe el diablo por viejo que por diablo y su Imperio estaba tan oculto detrás de las cordilleras sombrías que ya sólo podía pertenecer a su rincón particular de los sueños perecederos.
Otro corte en el brazo.

1. Posted by Nako April 15, 2009 08:47
No quiero más mi familia. Quiero Raúl. Quiero ir.

2. Posted by Raul April 15, 2009 16:03
Sí, ven conmigo, yo te sacaré de aquí. Olvidarás la violencia.

Poco podía imaginar cuan de preñadas en sangre estaban las promesas.

-Te hice desayuno.

nazenara watashi ha anata no tame dake ni ryouri o manan da.
Porque aprendí a cocinar sólo para ti.

Raúl miró el plato de lo que se suponía eran dos huevos fritos con bacon mientras seguía secándose el cabello con la toalla. Cuando se tapó la cara con ella hizo una mueca de asco. La chica lo vio a través de la tela.
-Te he dicho muchas veces que la cocina no es lo tuyo.-Le dijo mientras le daba un beso en la mejilla.
El gesto provocó que el vello de Nako se erizara y abrazó al chico con fuerza, apoyando la cara sobre su pecho, sonriendo, incluso más cuando la carne de Raúl se abrió cual enorme boca hambrienta y engulló a la oriental, mimetizándola con sus vísceras, jugando con el corazón poderoso, agarrándolo de forma sutil con sus pequeñas manos hasta acercárselo a la boca y darle un mordisco, igual que de manzana pecadora fuese en estrellas púrpura de cielo abierto.

Del sol naciente al cuarto menguante. Abrazada al aire Nako estuvo el resto del día mientras los huevos fritos se resecaban y el bacon se cuarteraba.
No.
Raúl tampoco fue ni era ni sería jamás, otra broma macabra, otra promesa descarnada.
-Estoy en aeropuerto.
-Espérame que ahora voy.
Sí.
Que voy.
Tres días en tránsito y ahora un piso de ciento veinte metros y tres cuartos de baño, esperando en esperanza truncada. Si no era a Raúl podía ser a Jorge.

5. Posted by Nako May 04, 2009 12:21
Mi familia tiene violencia conmigo. No puedo ir hospital. Médicos no me quieren

8. Posted by Jorge May 04, 2009 13:01
No dejes que te hagan daño. Rebélate, ves a la policía, haz algo, pero no permitas que te hagan llorar más.

9. Posted by Nako May 04, 2009 13:16
Gracias Jorge. ¿Por qué Raúl no me habla? ¿No quiere ser esposo ya?



Tienes la boca sucia.
Le dijo su padre una tarde.
Y el alma.
Y el espíritu corrompido. No eres más que una puta.
Y una puerca
¿Con cuántos te has acostado ya, Nako?
Estás enferma.
Y dejó un cuenco de sal sobre la mesa. Le tendió una cuchara a su hija.
La sal arrancará las costras de tu interior.
Come.
De nada servía llorar y eso lo sabía la chica por aquella vez que la ató de pies y manos, desnuda y le fustigó la espalda, y tantas otras, cómo la del agua del cubo de fregar o las caminatas en invierno, así que se tragó de golpe dos cucharadas, engulló con esfuerzo, lanzó un gemido casi animal y mirando a los ojos a su padre, le dijo:
-Watashi ha, chichi o korosu.
Detrás de él estaba el elemento de la disputa. No era Raúl, no era Jorge. Era Jesús que había llegado hasta Japón para llevársela consigo. Jesús, que había sido abordado en casa de Nako nada más entrar y fue víctima de un coito brutal, atontado por el jet lag primero y con la espalda señalada después, hasta que llegó el padre enojado.
-Agárralo-le dijo ella mientras se levantaba de la silla, poderosa, engrandecida en su rabia de diez latigazos en una mañana ociosa de dolor infantil.
Los dos hombres, el oriental y el occidental, quedaron consternados. Nako saltó hasta su padre, cuchara en mano, el hombre levantó el brazo y Jesús, en un acto reflejo, lo detuvo. Acto seguido, el grito de guerra en el aire de la japonesa y las uñas clavándose en el rostro.
En ese instante, Jesús quiso no haber leído nunca a Murakami, ni comprarse un mundo que da cuerda al pájaro.

2. Posted by Jesús May 16, 2009 17:48
Olvídalos a todos Nako. Sólo yo iré a por ti. Sólo yo seré tu esposo blanco.

La sinfonía del dislate.
Oh, Violencia, agárrame las entrañas.

El hombre cayó de espaldas al suelo con su hija encima, un menudo cuerpo enloquecido con fuerza inusual, que, utilizando la cuchara, vació el ojo derecho del desdichado, sacándolo de la cuenca y estirando con la mano para arrancarle el nervio óptico en medio de un alarido espantoso de dolor.
Blop. Así sonó al romperse el hilo de la visión. Tan cómico y triste al descorchar una botella de vino. Del bueno, por favor.
El órgano fue a caer hasta los pies de Jesús, que sin poder evitarlo, vomitó encima. Pensó que, de poderse reimplantar, él lo había fastidiado del todo. Pero, ¿alguna vez había leído algo sobre un implante de ojo? ¿O era transplante de córnea? ¿Cómo se llamaba aquel escritor que se hizo el hara kiri al ganar su maestro el premio Novel?
-Watashi, kono buta o teishi suru herupu!
Nako se dirigía a Jesús pero este no llegó a entender que le pedía que le ayudara a acabar con ese cerdo. La chica en su desespero adrenalítico se levantó para coger el cuenco de sal que debía tragarse y lo vació en la órbita desnuda que su padre tenía junto al ojo izquierdo. Fuera, los cerezos en flor deshojaban su esqueleto, las ramas golpeaban el cristal de la ventana.
La japonesa miró a Jesús, sonriente, plena de éxtasis, eufórica. Menuda era ella, pero el de la piel blanca era de los más nimios que había conocido, triste existencia de un ser que ha de hacer un vuelo transoceánico para poder sentirse un hombre. Palpó su miedo y creyó que necesitaba algunas palabras de aliento.
-Te quiero.
Le dijo.


Nako.
Raúl.
No.
Sol. Muere.
Sol.
Nace.
Jorge.
Sí.
Yo.
Tú. Nako.
Mi. Nako.
Jesús.

Que acabó el día desangrándose en la bañera de una casa de Tokio con las dos piernas arrancadas mientras Nako cogía un vuelo que la iba a sacar de la isla.
No me preguntéis como sucedió todo.



El Imperio del sol oculto tras las montañas negras. La carcasa de un avión sin alas sobrevolando el monte nevado.
Al tercer día en el aeropuerto la buena samaritana se acercó a la pequeña japonesa que iba a pasar otra noche durmiendo sobre los bancos.
Nako lloró sobre sus hombros.
Y la Buena Samaritana se la llevó a casa mientras la oriental se enamoraba de ella.

La foto del horrible intento de los huevos fritos ya colgaba de la puerta de la nevera junto con las de las patatas a la importancia y las natillas, cuando la llamaron desde una de las habitaciones.
-¡Nako! ¡Nako! Tengo sed…
La japonesa cogió un vaso y lo llenó de agua del grifo. Salió de la cocina y entró en el salón, después a uno de los baños para pasar seguidamente hasta la habitación de matrimonio, no recordaba muy bien dónde estaba la dueña del piso. Después de entrar y salir de un despacho al fin encontró a la Buena Samaritana, tal y como estaba en seis partes sobre una cama. Se acercó hasta la cabeza que descansaba encima de la almohada, con los antaño preciosos ojos azules vidriosos mirando a la nada y aquella grotesca expresión que le había quedado en la boca, con media lengua fuera, negra y abotargada.
Nako le acercó el agua y agarrándola delicadamente de la nuca le introdujo el líquido neutro dentro, escapando pronto por la tráquea cercenada y mojando las sábanas.
-Perdón, perdón…-se disculpó la japonesa.
-No importa, preciosa, me encanta que me cuides.
La chiquilla sonrió y cogió uno de los brazos cortados para poder acariciar su cara con la mano helada.
-Mañana vendrá Jorge-dijo Nako-tú no pondrás celosa ¿verdad?
-Sabes que no vendrá, no vendrá nadie, porque no les gustas, ¿no te dijeron que estabas gorda?
-Fue Pablo.
-Pablo, Jorge, Raúl. Todos son el mismo.
-¿Y tu crees que yo soy gorda?
-Un poco fondona si que estás.-Sentenció la Buena Samaritana, a lo que Nako reaccionó llorando.
-Yo no quiero estar gorda.
-Pero tiene solución pequeña. Anda, coge el cuchillo que hay encima de la mesita, el que utilizaste para cortarme la cabeza.
Lo hizo.
-Bien. Ahora hazte un corte pequeño en la barriga, pero que sea un poco profundo.
La oriental se hundió la hoja en la carne. Al principio notó una tremenda punzada de dolor, pero pronto desapareció al tiempo que la sangre brotaba del boquete.
-Perfecto. Ahora mete la mano dentro y saca lo que encuentres, ya verás que bonita vas a quedar.
Siguiendo las órdenes de la Buena Samaritana comenzó a extraerse el intestino delgado. Primero despacio, dejándolo caer sobre la cama, pero a medida que el sonido gelatinoso inundaba la habitación se fue animando, extrayendo más y más víscera con ambas manos, como si de una cuerda se tratase. Los restos comenzaron a desprender un humo fétido, pero ni eso la detuvo. Al intestino delgado le siguió el grueso y así hasta que quedó vacía.
-¿Ves? Todo eso que tenías ahí dentro te hacía gorda. ¿Por qué no te haces una foto ahora y la cuelgas en la nevera?
-No sé… estoy mareada.
-Pues ni se te ocurra comer nada ahora o lo estropearás todo.
Nako sintió un escalofrío, cerró los ojos y entre sus párpados divisó puntos de luz que bailoteaban alrededor de sus ojos. Estos chocaron entre sí reaccionando a la vez y desprendiendo más energía, hasta que se unieron todos formando un gran sol que amenazaba con engullirla para siempre. Quiso escapar de él pero la envolvió en sus llamas traidoras, evaporando el contenido de sus venas, volatilizándola en millones de retazos nimios, de detalles insignificantes.
Abrió los ojos.
La Buena Samaritana cortada en seis.
Sus intestinos posados sobre la cama en una montaña de tubería infecta. Y un cosquilleo que notó en el corte de su barriga.
Dirigió su vista a él y vio que la abertura se movía. Pronto aparecieron allí unos dedos que agarraron de lado a lado los asideros de carne para ensanchar la obertura. Nako quiso evitarlo intentando volver a meter dentro de ella las manos que querían escapar, pero estas le dieron un manotazo y consiguieron rajar aún más el cuerpo de la japonesa. Tras las manos, apareció una cabeza, que salió al exterior hasta detenerse una vez estuvo cara a cara con la dueña del cuerpo del que intentaba salir.
Nako creyó estarse mirando en un espejo de tan idénticos que eran los rasgos de ambas.
-¿Quién eres?-Preguntó.
-Minako. ¿Y tú?
-Nako. ¿Todo tu cuerpo está ahí dentro?
-Sí.
Callaron. La del exterior acarició el rostro de la del interior, si hubiese podido agacharse más la hubiera besado, era tan guapa…
-¿Y cuando salgas que vas a hacer?-Preguntó Nako.
-Quiero hacer violencia, quiero cortar mi cuerpo. Quiero mourir.
-Se dice morir.
-No. Es mourir.
Nako suspiró, miró al techo y después a la ventana. Tras esas calles había montañas, tras las montañas, siniestras ciudades, y un océano y detrás de todo flotaba una isla coronada por un monte nevado que guardaba leyendas ancestrales de seres mitológicos, de esencia milenaria, un mundo celoso de sí mismo que poblaban ahora calles, ciudades, montañas y tras una ventana y después otras carreteras, oscuros paisajes, un mar, otra ventana...
-Quiero mourir.

1. Posted by Minako June 26, 2009 19:20
Vuelvo a casa. Quiero pasear. No volveré a hacer violencia en mí.
No cortar.
 

Mi carne en este Maldito Fuego © 2010